sábado, agosto 19, 2006

Del otro lado

Una llamada en la oficina un viernes a las 12 del día, primero habla con una, luego otro, luego otra, todos lo saludan con gusto, después pide hablar conmigo. Ni lo conozco, ni se quien es. Namás me explican que el llamador fue mensajero aquí por unos años, hablaba para saludar y quería platicar. Total, que me empieza a contar de todo... Resulta que está viviendo en Estados Unidos, en Carolina del Norte, ni me acuerdo del nombre del pueblo. Hay muchos migrantes ahí, vive en unos departamentos con los demás, se fue aunque su mamá y su familia le dijeron que no lo hiciera porque era chambeador y aquí le iría bien, pero prefirió dinero verde. Tiene dos trabajos, uno de 8 a 3 de la tarde y otro de 3 a 1 de la mañana; uno en un restaurante de arregla-todo y otro en un super acomodando latas y productos. Luego llega a su casa y duerme, a veces no hay nada de comer porque nadie le cocina, sólo cuando tiene tiempo se prepara algo. Así pasan sus días, de 8 a 1, 40 horas a la semana en cada trabajo, o sea, 80 horas de la semana trabajando. "Pagan bien", 9.25 dólares por hora, ha ahorrado algo pero no suficiente porque pudo comprarse un carro y tuvo que pagar su "deuda"... 26,000 pesos casi para quien lo llevo y lo instalo en un trabajo. No es mucho comparado con lo que ha ganado. Una paisana que acaba de llegar le hizo unas tortillas y él le dio 50 dólares pa que se ayude en lo que encuentra trabajo... esa es solidaridad. No sabe inglés, sólo lo básico, moni, bizne, fud, jelou... está con puro mexicano y por eso ha aprendido nahuatl y sabe que tortilla se dice "tlaxcale" (o algo así), también aprendió de una chinita que dice "sisi"=gracias. De fondo se escucha "Volveré": un año no es un siglo y yo... Buena canción para el contexto. No tiene novia, no tiene tiempo. Le gustan los bailes y el pasito duranguense porque "aquí lo bailan bien bonito", con pantalones pegaditos, botas, camisa a cuadros y sombrero. Ponen sonidos, hay uno que se llama "La Changa", otro "La Candela". Hace unos meses fueron Los Temerarios, luego Los Bukis, luego Intocable, costaba 300 dólares cada uno pero se ponen "bien bonito". Le gusta ir a un parque, donde hay una como mesa en el centro, alrededor un lago y muchos patitos volando. Ahí renta una lancha de pedales para pasear, a 10 dólares, mientras ve cuando corren los americanos en sus "chorsitos", sus tennis Nike ("porque aquí todo es de marca"), y sus audifonos. Vive presionado, quiere volver pronto, quizas en mayo del próximo año. Dice que vivir allá no es libertad, todo es presión, el trabajo, los pagos, la migra, las drogas, el alcohol (que no le gustan porque son muy malas y además tiene que guardar dinero) la falta de familia..., extraña a sus hermanos, a su mamá, tiene 28 años, quiere estudiar la prepa cuando regrese y a lo mejor para técnico en algo. A veces está contento y a veces triste. Me dice "amiga" y quiere contarme todo lo que yo quiera saber, de su vida, de la comida, de su trabajo, el paisaje, de lo que siente. Cuando menos me doy cuenta llevo una hora hablando con él, con tanto detalle de su vida, tanta nostalgia en su voz que no puedo menos que compartirla desde lejos. Habla para desahogarse, para que alguien que ni siquiera lo conoce, lo escuche, para sentir que tiene contacto con su patria. Eso siento. Uno de tantos, una histora tan común y compartida en los mexicanos pero tan íntima y diferente. Cada quien su historia y su dolor. Cada migrante está en el limbo, ni aquí ni allá, ni de ellos ni del mundo. Confieso que esta plática me motivo para seguir con mi tesis a la que no le he dedicado mucho tiempo, precisamente, de migración. Prometió volver a llamarme y yo me prometí ser una buena escuchadora.

martes, agosto 15, 2006

un martes

¿Que pasa cuando quieres compartirte con alguien pero que algo tuyo permanezca en secreto? ¿Es como vivir compartiéndose pero ocultarse al mismo tiempo? ¿No se tiene derecho a guardar algunos pensamientos? ¿Cómo das sin sentir que el otro sienta que le falta? ¿Cómo guardas ese pedacito de ti que se niega a ser conocido, sin que las personas que te aman sientan que sin ese pedacito no te conocen? ¿No tenemos derecho al libre pensamiento..?

jueves, agosto 03, 2006

Un barco y un pirata

Ayer me desperté con una sacudida bastante extraña y con la imagen de mis sueños aún presente en el ambiente de mi cuarto madrugador. Me dolían las manos. La imagen tenía movimiento y aún tenía la sensación de estar sentada en un extraño auditorio, pequeño y clásico, donde se presentaba una obra de teatro. En el escenario había un barco de madera, mujeres de vestidos siglodiesiochoeros, hombres con pelucas, y un pirata que volaba sujetado de una liana, por encima de las cabezas de los espectadores hasta llegar al barco. Cuando al fin llegaba al barco, gritaba algo en nombre de la libertad, se abría la camisa y asaltaba el barco. Entonces, empezaron a llover disparos por todos lados. Era una especie de teatro sensorial, entonces los disparos eran simulados por pequeños alfileres que se clavaban en el público. Yo alcancé a cubrirme la cara con las palmas de las manos hacia el escenario. Terminó la lluvia de alfileres y pude ver en mis palmas todos los alfileres incrustados y tuve que retirar uno a uno. Fue doloroso. Desperté justo cuando estaba viendo mis manos aún marcadas con pequeños círculos. Muchas veces he despertado con la sensación de estar en otro lado, de querer seguir soñando, de no querer dormir más, o de querer concentrarme para evocar alguna imagen o rostro, pero nunca he sabido de donde saco tantos lugares extraños en mi cabeza o si pueden tener algún significado en especial. Algún día voy a buscar las interpretaciones.